En un gesto de eterno homenaje a la iniciativa y la fuerza femenina, la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo1 promueve un estudio bíblico sobre el valor de las mujeres en la Sagrada Biblia, a partir de las enseñanzas de Jesús, el Cristo Ecuménico, el Divino Estadista.
Un justo reconocimiento a las mujeres, porque afirma el Presidente Predicador de la Religión del Tercer Milenio, José de Paiva Netto, en su artículo La mujer arreglando naciones:
"El papel de la Mujer es tan importante, que, aun con todas las obstrucciones de la cultura machista, ninguna organización que quiera supervivir — ya sea religiosa, política, filosófica, científica, empresarial o familiar — puede abrir mano de su apoyo. Ahora bien, la Mujer, inspirada por el Soplo Divino, es el Alma de todo, es el Alma de la Humanidad, es la buena raíz, la base de las civilizaciones, la defensa de la existencia humana. ¿Qué madre desea ver a su hijo muerto en la guerra? ¡Ay de nosotros, los hombres, si no fuesen las mujeres esclarecidas, inspiradas, iluminadas!".
El Divino Ejemplo dejado por Jesús
En la Buena Nueva del Cristo, se observa que en Su Sublime y Espiritualmente Revolucionaria Misión, Jesús demostró cómo se debe valorizar a la mujer, así como a todas las personas, por ser creación Divina, resaltando en cada Ser su valor como Alma Inmortal.
En Su Primera Venida Visible a la Tierra, el Divino Maestro se encontraba en un contexto social en que incidían desafíos históricos y culturales sustentando gran exclusión y violencia contra niños, mujeres, enfermos, extranjeros.
Este escenario sufrió importantes cambios, pero antes de lo que todavía falta mejorar, estudie con nosotros Sus Divinos Ejemplos. El Pedagogo Celestial, hace más de dos mil años salva vidas, esclarece las mentes y reeduca el Espíritu Eterno de todos nosotros.
En Su Divina Trayectoria, Él rompió barreras de exclusión y extinguió de las almas toda forma de violencia e intolerancia. Además de muchas más enseñanzas de profunda reeducación espiritual y por consecuencia de renovación social para el Bien de todos.
La cura de la mujer con flujo de sangre (Evangelio, según San Marcos, 5:25 al 34). Después de sufrir 12 años de una grave enfermedad, al tocar el manto de Jesús, cierta mujer recibe la bendición que buscaba. A lo que el Cristo afirmó: “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad” (5:34). Por lo que Jesús inspira a todos los que enfrentan luchas en el campo de la salud para que, junto al tratamiento médico necesario, unan los espirituales y emocionales. El poder de la Oración, por ejemplo, contribuye significativamente al procedimiento médico. (Foto: Yongsung Kim)Las mujeres que servían a Jesús con sus bienes (Evangelio, según San Lucas, 8:1 al 3). El relato histórico nos cuenta que la mujer trabajaba duramente en su casa y en el campo. Ella plantaba, cosechaba, cocinaba, buscaba agua en las fuentes y pozos, hilaba y tejía las ropas, cuidaba de la familia y educaba a los hijos. Y en lo poco que reunía para sí misma, ante la obligación de darle las ganancias al marido, muchas de ellas “Lo servían con sus bienes”. Otras también, esposas de autoridades u hombres de grandes posiciones, no dejaban que las cuestiones materiales fueran mayores que la Fe que tenían. Así que, con alegría en el corazón contribuían con la causa del Cristo de llevar la Paz a los corazones. (Foto: James Tissot)La ofrenda de la viuda (Evangelio, según San Lucas, 21:1 al 4). “Dijo Jesús: En verdad, en verdad os digo que esta viuda pobre echó más que todos, pues todos aquellos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía” (21:3 y 4). En aquella época, las viudas vivían en situación de pobreza. Ellas quedaban a los cuidados de los familiares que, si eran justos, hacían menos amarga su existencia. Pero, Jesús exalta la grandeza de su singular donación ante Dios y todos los presentes. (Foto: Divulgação)La fe de la mujer cananea (Evangelio, según San Mateo, 15:21 al 28). Jesús entraba en las tierras de Tiro y Sidón y entre la multitud que Lo seguía, surge una mujer cananea clamando por la cura de su hija. En aquella época, había una separación histórica entre israelitas y cananeos, pues los primeros socialmente no consideraban a los últimos y los denominaban “perritos”. Al principio, el Cristo no responde al llamado de la mujer, pero no la expulsa, como pedían los apóstoles: “Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros” (15:23). (Foto: Divulgação)La fe de la mujer cananea (Evangelio, según San Mateo, 15:21 al 28). En este pasaje, Jesús utiliza el coraje de esta mujer y le responde: “No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (15:24). Mientras tanto, al cuestionarla delante de todos, Jesús no la está reprendiendo, sino dándole la oportunidad de que afirmara públicamente quién era ella. En su respuesta, la cananea afirmó su dignidad en también poder recibir del banquete espiritual servido por el Cristo, aunque fueran las migajas. Nos emociona Su afirmación: “¡Mujer, grande es tu Fe! Hágase contigo como quieres” (15:28). (Foto: Tela: Benjamin West (1738-1820))La mujer adúltera (Evangelio, según San Juan, 8:1 al 11). La acusación de adulterio incidía sobre una mujer de forma extremadamente arbitraria. Cualquier pequeño desliz en los rígidos códigos de reclusa social, que se tornaba aún más intolerante si la joven era dada en noviazgo, podía costarle su vida. Sin contar que eran asediadas de forma mucho más incisiva que hoy (no obstante, esto aún sea inadmisible, sea cual fuera la intensidad de la violencia, si por palabras, insinuaciones o acción abusiva) y a los hombres no se les aplicaban consecuencias en igual grado. En la fuerza moral de la afirmación “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (8:7), Jesús salvó a aquella mujer del apedreamiento público. Y a continuación, el Cristo le dio a ella una valiosa lección para su vida material y espiritual: “Vete y no peques más” (8:11). (Foto: Divulgação)La mujer samaritana (Evangelio, según San Juan, 4:1 al 30). Jesús rompe barreras al conversar con una persona perteneciente al pueblo de Samaria; al hablar públicamente con una mujer y al revelar a ella un extraordinario conocimiento espiritual sobre Su propia misión y sobre la esencia del Padre Celestial: “Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en Espíritu y en Verdad es necesario que lo adoren. Le dijo la mujer: —Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando Él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: —Yo soy, el que habla contigo” (4:24 al 26). (Foto: Divulgação)Las bodas en Caná de Galilea (Evangelio, según San Juan, 2:1 al 12). El hecho de que la mujer fuera relegada a la obscuridad social, no borra su acción emprendedora y su posicionamiento en relación con lo que sucedía a su alrededor. María no fue simple espectadora de la extraordinaria Misión de Su Hijo y Maestro, ella estaba a Su lado y participaba en Su trayectoria. Uno de los diversos ejemplos es el de este pasaje en el que María Le pide algo. A lo que el Cristo le respondió: “¿Qué tiene que ver esto con nosotros, mujer? Aún no ha llegado mi hora” (2:4). Era necesario que Él afirmase que aún no era el momento de Su Misión. De esta forma, Él revela a la humanidad que, al efectuar el milagro, estaba atendiendo al pedido del corazón materno. Y que la frase de María oriente siempre nuestra Fe que realiza: “Haced todo lo que Él os diga” (2:5). (Foto: Divulgação)Crucifixión (Evangelio, según San Juan, 19:17 al 37). Jesús santificó el sublime sentido de maternidad más allá de los lazos de la carne. Narra en Su Evangelio, según San Juan, 19:25 al 27: “Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María mujer de Cleofás, y María Magdalena. Cuando vio Jesús a su madre y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: —Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: —He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”. (Foto: Divulgação)
Jesús sana a la suegra de Pedro (Evangelio, según San Mateo, 8:14 al 17). Al entrar en la casa de Pedro, Jesús interviene en el problema de salud de la suegra del gran apóstol y la cura. Después del hecho, algo aún más conmovedor sucede: “(…) y ella se levantó, y los atendió” (8:15). En un contexto histórico en que las mujeres no podían servir la mesa, ella los atiende, participa en el encuentro con el Maestro. Imagine la alegría de esta mujer por el respeto que Él tuvo con ella. (Foto: Tela: James Tissot (1836-1902))
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___________ 1 Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo — También denominada Religión del Tercer Milenio y Religión del Amor Universal. Se trata de la Religión Ecuménica de Brasil y del mundo.