El tratamiento del alcoholismo y la religiosidad

De la redacción
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28/12/2017 | Jueves | 9:30 horas

¡Conozca la historia de quien pasó por el tratamiento del alcoholismo y venció!

Son varios los motivos que llevan a las personas al consumo de alcohol. Unas lo atribuyen al cansancio de la jornada laboral, otras afirman que elimina la timidez, y también hay aquellas que dicen beber para “apartar la tristeza”.

El consumo abusivo o la dependencia del alcohol conducen a la enfermedad del alcoholismo, que ocasiona innumerables perjuicios a la salud física, psíquica y espiritual de la persona. De acuerdo con el Informe Mundial de Situación sobre Alcohol y Salud 2014 de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “en 2012, unos 3,3 millones, o sea el 5,9% del total de muertes en el mundo fueron atribuibles al consumo de alcohol”.

El documento también afirma que el consumo de esa sustancia tiene relación casual con el desarrollo de más de 200 tipos de problemas de salud, como la cirrosis hepática, diversos tipos de cáncer y la inducción al aborto espontáneo, en el caso de las mujeres.

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El alcoholismo, así como cualquier otro vicio, avanza de forma gradual y no distingue edad ni sexo. Debido a esto debemos estar siempre atentos a los síntomas que muestran la dependencia. El apoyo de la familia y de los amigos es imprescindible en la rehabilitación de la persona, porque el el tratamiento del alcoholismo es muy complejo y depende del tipo de cuadro que el paciente presenta.

En todo caso, el primer paso es la concientización del problema y la interrupción del consumo de alcohol. La llamada "desintoxicación" puede hacerse en casa o, en casos más graves, en hospitales, siempre bajo los cuidados médicos.

Una historia de superación

Además de los cuidados materiales que se deben tomar, estudios científicos comprueban los innumerables beneficios de la religiosidad en la prevención y en el tratamiento de las enfermedades diagnosticadas graves o incurables. La historia de Maria de Lourdes Cintra, de São Paulo, Brasil, comprueba esto:

“Yo tuve problemas con mi marido, él me hacía sufrir mucho, me golpeaba... y eso me fue ‘disgustando’ y empecé a beber. Después él empezó con problemas de cáncer, estuvo 4 años tratándose, y esto me fue alterando mucho y por esto yo fui bebiendo, y bebiendo.

Posteriormente él falleció y mi hija, que tenía problemas con el lupus, también falleció. Entonces, inconforme, empecé a beber por las mañanas. En vez de desayunar, no veía la hora en que un bar abriese para beber.

Yo tomaba una dosis, después otra y otra... Y empecé a olvidarme de las cosas, ya no me importaba más mi casa (...)”.

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Los desafíos fueron aumentando y la situación se volvió extrema: Maria había sufrido un accidente y no podía recordar cómo sucedió. A partir de entonces, no tuvo dudas de que necesitaba cambiar de vida. Su primer acto fue hacer una fervorosa oración a Jesús, el Médico Celestial:

“Yo me arrodillé, con las manos juntas y oré el Padre Nuestro. Le pedí: ¡Mi Dios, si yo lo merezco, que suceda un milagro en mi vida!

Muchas personas lo consiguen y ellos lo consiguieron porque tuvieron una fe viva. Pues, yo la voy a tener. Yo la estoy teniendo en este momento, ¡por favor, líbrame! ”.

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Un factor de riesgo para la depresión es el consumo de alcohol y drogas. Muchos buscan esas sustancias para intentar amenizar los dolores, pero, no serán disminuidos, sino prolongados. Sucede así, porque estas sustancias estimulan el cerebro de tal forma que, cuando el efecto pasa, tanto la persona como el propio organismo quedan deprimidos. Y muchas veces el individuo vuelve a usar la droga (entrando así en un proceso de dependencia), porque el cuerpo no quiere permanecer en esa condición de “tristeza”.

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Desde aquel momento en adelante, Maria, que ya conocía la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo1, empezó a unir al tratamiento del alcoholismo las actividades de religiosidad para fortalecer su Fe, como la realización de la Cruzada del Nuevo Mandamiento de Jesús en el Hogar.

Empezó a realizar semanalmente, en su residencia, estudios ecuménicos sobre el Evangelio Apocalipsis de Jesús, con sus vecinos, parientes y con la presencia de un predicador de la Religión del Tercer Milenio.

“Fue debido al accidente que tuve Fe. Entonces, yo me interesaba, participaba más [en los estudios en el Hogar]. Y cada vez fui teniendo más Fe. Pero, la Fe que yo tuve de verdad, fue en el momento del dolor. El dolor fue muy triste”.

Hoy, feliz por haber vencido el vicio y conocido la Religión del Amor Fraterno, afirma:

“¡Yo solo tengo que agradecer! ¡Muchas gracias, padre del Cielo! ¡Muchas gracias, Hermano Paiva! ¡Yo estoy muy feliz y conmovida, porque sabía que un día iba a liberarme! Mis hijos estaban muy tristes, mis amigos y parientes estaban sufriendo con esto.

Ahora, yo solo les doy alegría. Ellos están muy contentos, mis hijos y nietos, y mi madre principalmente. Entonces, ¡estoy aún más feliz por verlos felices! ”.

Para la Religión del Amor Universal, el acto de hablar con Dios puede realizarlo cualquier persona y en cualquier momento.

Su Presidente Predicador, Paiva Netto, así lo afirma: “Es indispensable orar y velar, especialmente en ocasiones de crisis, cualquiera que sea el lugar o el instante. El dolor no pierde la oportunidad de golpear las puertas del corazón. Y la oración no es solamente útil en las situaciones dramáticas de la vida, sino esencial a la hora de buscar las soluciones para los desafíos de orden filosófico, político, económico, científico, religioso, artístico, deportivo, etc.”.

¡Usted también puede orar! Participe en la poderosa Cadena Ecuménica de Oraciones de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo.

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1 Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo: También denominada Religión del Tercer Milenio y Religión del Amor Universal. Se trata de la Religión Ecuménica de Brasil y del mundo.

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