La vida después de la muerte en la Sagrada Biblia

Equipe de Estudos Ecumênicos
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13/05/2021 | Jueves | 10:45 horas

¿Qué le viene a su mente cuando escucha hablar sobre la vida después de la muerte? Comprender la existencia más allá del plano terrenal es extremadamente importante para llevar una vida con más propósito.

En este texto, le invitamos a usted, estudioso(a) de las cuestiones espirituales, a comprender lo que nos dice la Sagrada Biblia sobre el fenómeno de la vida después de la muerte, basándose en pasajes de las Sagradas Escrituras, versículos bíblicos que nos revelan sobre nuestro origen espiritual.

En la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo aprendemos a estudiar la Biblia en Espíritu y Verdad, a la Luz del Nuevo Mandamiento de Jesús, el Cristo Ecuménico, el Divino Estadista, que nos invita: “Ámense como Yo los he amado. Solamente así podrán ser reconocidos como mis discípulos” (Evangelio, según San Juan, 13:34 y 35). Es decir, bajo la visión ecuménica que el Cristo nos enseñó, sin recurrir a interpretaciones literales que matan o a verdades preconcebidas.

Momentos bíblicos que comprueban la vida después de la muerte

1)  1) Relato del Profeta Jeremías, 1:4 y 5

En este pasaje bíblico, encontramos la siguiente advertencia:

“La palabra del Señor vino a mí, y me dijo: Antes de que yo te formara en el vientre, te conocí. Antes de que nacieras, te santifiqué y te presenté ante las naciones como mi profeta”.

En los versículos en cuestión, recibimos la revelación de que todo nace en el Mundo Espiritual, como lo enseña el Presidente Predicador de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo, José de Paiva Netto, en el artículo Jesús, el Testigo Fiel, el Primogénito de entre los muertos:

 “Hay Vida antes de la vida, por lo tanto, Leyes que preceden a las humanas y prevalecen sobre ellas, como reveló Jesús, el Divino Legislador: —‘De cierto, de cierto les digo: Antes que existiera el mundo, Yo ya existía’ (Evangelio según San Juan, 8:58)”.

Jeremías recibe la advertencia de que antes de que su madre lo recibiera en su vientre ya estaba vivo, por lo tanto, él ya existía en el Mundo Espiritual, verdadero origen de todos nosotros. Y si hay vida antes de que nazcamos en la Tierra, también podemos comprobar la realidad de la vida después de la muerte, ya que regresamos como espíritus al Mundo de la Verdad después de este fenómeno.

Esta comprensión es fundamental, para que podamos percibir nuestro origen y destino: el Espíritu Eterno, que aparece en el Mundo de la Verdad y regresa allí, después de completar su trayectoria en el plano terrenal.

2) Los dos malhechores

Recorriendo a las Sagradas Escrituras, también comprendemos que el espíritu no duerme después de la muerte. Para aclarar este punto, recurrimos al pasaje “Los dos malhechores”, registrado en el Santo Evangelio de Jesús, según San Lucas, 23:39 al 43:

39 Uno de los malhechores que estaban allí colgados insultaba a Jesús y le decía: Si Tú eres el Cristo, ¡sálvaTe a Ti mismo y sálvanos a nosotros!

40 Pero el otro lo reprendió y le dijo: ¿Ni siquiera ahora, que sufres la misma condena, temes a Dios?

41 Lo que nosotros ahora padecemos es justo, porque estamos recibiendo lo que merecían nuestros hechos, pero este no cometió ningún crimen.

42 Y a Jesús le dijo: AcuérdaTe de mí cuando llegues a Tu Reino.

43 Jesús le dijo: De cierto, de cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

Esta es una verdadera prueba de que “Todos los días son días de renovar nuestro destino”, como afirma el Hermano Paiva Netto.

Dimas se renovó aquel día, delante del Cristo de Dios. Jesús anuncia que no se quedará dormido hasta el juicio final, cuando afirma: “hoy estarás conmigo en el paraíso”. Pero podemos preguntarnos: ¿de qué manera? Consciente, vivo, y no durmiendo en la tumba.

El cuerpo, al desencarnar, pasa por el fenómeno llamado muerte, y luego perece, pero el Alma no: sobrevive y despierta al transcurso de la vida, continuando nuestro viaje evolutivo en la esfera espiritual.

De la misma manera que fue anunciado al Profeta Jeremías (1:4 y 5) que ya existía antes de formarse en el vientre de su madre, el Alma de Dimas también seguiría al lugar de donde venimos, el mundo de la Verdad.

Cada creencia llama al Mundo Espiritual de una manera diferente, algunas lo llaman Cielo, otras Paraíso. Sin embargo, lo importante es que nos demos cuenta de la realidad de su existencia. Jesús nunca mintió, nunca engañó a nadie, y Él le dijo a Dimas “incluso hoy”, es decir, no sería dentro de 10 o 20 años. El momento es hoy, como Él mismo nos aseguró.

Siempre tenemos la oportunidad de acceder a la verdad sobre el paraíso que el Cristo nos dijo. Solo necesitamos estudiar Sus enseñanzas y buscar comprender el verdadero significado de la vida, buscando siempre la evolución espiritual a través de buenas actitudes y pensamientos.
 

3) La parábola del rico y de Lázaro (Evangelio, según San Lucas, 16:19 al 31)

Otro pasaje en el que podemos comprobar que la vida en el Mundo Espiritual es dinámica, activa y plena, está registrado en el Evangelio del Educador Celestial, según San Lucas, 16:19 al 31.

Es una historia contada por Jesús en la que un hombre rico tenía a la puerta de su casa a un mendigo llamado Lázaro, que le pedía ayuda para su enfermedad y al cual no ayudó. Al llegar al Mundo Espiritual, el rico estaba en el infierno* y el mendigo era llevado por los Ángeles al “Lado de Abrahán”..  

Aquí, el Excelso Pedagogo aclara que no es la situación económica, el rol social, la profesión y otras cuestiones materiales las que determinan la región espiritual a la que iremos después de la muerte.

Lo que lo determina son nuestras acciones, son nuestras buenas obras que nos llevan a un buen lugar en el Mundo de la Verdad, para seguir actuando en el Bien.

El propio Cristo de Dios anunció:

“En la casa de mi Padre hay muchas moradas. Si así no fuera, ya les hubiera dicho. Así que voy a preparar lugar para ustedes” (Evangelio, según San Juan, 14:2).

La historia continúa diciendo que, al llegar al otro lado, el hombre rico, que dejó de ayudar a quienes lo necesitaban a su alrededor, se dio cuenta de que la vida seguía.  

Y luego, observando la situación en la que se encontraba, pereciendo en el infierno, oró por la intervención divina para permitir que Lázaro descendiera a la Tierra y advirtiera a sus familiares que no cometieran los mismos errores que él había cometido, advirtiéndoles que pasaran a adoptar una Buena conducta en el día a día, porque continuaría la vida.

Y recibió como respuesta (16:29): “Pero, hijo, ellos tienen a Moisés y a los Profetas. ¡Que los escuchen!”.

Esta enseñanza nos indicó a todos que siempre es tiempo de renovar nuestras actitudes y que constantemente somos apoyados para corregir nuestras acciones.

Vemos también que Lázaro quedó consolado en el Mundo Espiritual por haber resistido y perseverado en el Bien, a pesar de las pruebas y males que había vivido en la Tierra.

Además, podemos aprender de la actitud del hombre rico acerca de cuánto aún nos falta por estudiar y vivir esta verdad divina. El rico confiaba en que, si sus familiares pudieran ver un espíritu dando testimonio del Mundo Espiritual, llegarían a creer en la realidad de la vida después de la muerte y reeducarían sus actitudes.

Pero Jesús aclara que la humanidad necesitaría evolucionar mucho para creer en los Espíritus —que son una realidad—, como explicó en el versículo 31, y que, aunque alguien resucitara de entre los muertos, muchos aún no creerían en la verdad latente de la existencia en el Otro Lado de la Vida.

16:31 Abrahán le dijo: Si no han escuchado a Moisés y a los Profetas, tampoco se van a convencer si alguien se levanta de entre los muertos”.

El Hermano Paiva nos enseña que:

“El Mundo Espiritual no es una abstracción. Es invisible, pero existe”.

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4) “Por lo tanto, también nosotros, tenemos tan grande nube de testigos [invisibles] a nuestro alrededor” (San Pablo Apóstol, en su epístola a los Hebreos, 12:1)

San Pablo Apóstol, inspirado por las enseñanzas de Jesús, pronunció estas palabras, dejándonos una prueba más de que hay vida después de la muerte.

La sintonía espiritual que establecemos a través de nuestras acciones, buenas o malas, atrae hacia nosotros ciertas compañías espirituales que están en sintonía con nosotros, que están vivas en Espíritu, en el Mundo de la Verdad, así como también lo estaremos nosotros, después de la muerte.

Del Otro Lado, los que nos precedieron no están durmiendo; al contrario, continúan su camino de evolución espiritual, trabajando y velando por nosotros. Fue Jesús quien nos enseñó que no hay ociosidad en el Mundo Espiritual, cuando dijo:

“Hasta ahora mi Padre trabaja, y Yo también trabajo” (Evangelio, según San Juan, 5:17).

Por eso, cuando tenemos un familiar, un amigo, un conocido que llega al Mundo Espiritual, debemos orar por él, por su felicidad en su nuevo viaje, y ese espíritu recibirá la fuerza vigorizante de la oración y también el consuelo de saber que no ha sido olvidado(a), que continúa siendo amado(a) por quienes permanecen en la Tierra.

Para concluir este estudio, consideramos que los asuntos espirituales no son temas restringidos a creencias, sino que son parte del conocimiento para iluminar nuestras vidas en todos los campos de actuación, dando un sentido más amplio a nuestra existencia.

E independientemente de la creencia, nuestro comportamiento debe ser el de vivir las enseñanzas de Jesús para tener siempre cerca de nosotros compañeros celestiales, las Almas Benditas, nuestros Ángeles Guardianes, que siempre quieren ayudarnos en nuestro viaje por la Tierra.

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