Todos pueden profetizar su destino

Thaís Afonso
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16/02/2015 | Lunes | 15:15 horas

En los tiempos en que tanto escuchamos hablar de profecías, anuncios de grandes cambios, en los que contemplamos catástrofes ambientales y vemos por el mundo perspectivas de destrucción, somos también convocados a reflexionar sobre el papel de aquellos que son los emisarios de esas Revelaciones, aquellos que las anuncian con anticipación de siglos y milenios: los Profetas. ¿Quiénes son ellos? ¿De qué dones están dotados para recibir el Mensaje Divino y proclamar el destino de la Humanidad? ¿Y cómo sería si todos nosotros pudiésemos hacer lo mismo en nuestras vidas?

Decía Cicerón (106 – 43 a. C.): “No hay pueblo, por más culto que sea, que no crea en el don que ciertas personas tienen para prever el futuro”. En el Viejo Testamento, en el libro de Amós, 3:7, encontramos la siguiente afirmación: “Ciertamente el Señor Dios no hará cosa alguna, sin primero revelar Su secreto a Sus siervos, los Profetas”.

Los profetas están dotados de capacidades mediúmnicas o paranormales y dan testimonio de la palabra que les es confiada, sin importarles si serán mal juzgados por sus semejantes. El Presidente Predicador de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo1, José de Paiva Netto, desmitifica el tema, aclarando que los Profetas no son personas “elegidas” de manera arbitraria por Dios para recibir con exclusividad su Revelación, sino que “Somos todos Profetas”2, en la medida en que nos comprometemos y nos capacitamos a utilizar este mecanismo divino en favor de la madurez espiritual de la Humanidad.

Priscilla Antunes

   

En la Religión del Amor Universal, todo ser humano es encarado originalmente como Espíritu, por lo tanto, un ser que tiene intrínsecamente la capacidad de dar testimonio de las revelaciones y de las leyes universales de una Sabiduría Superior, Espiritual, Divina. Una afirmación confirmada, por ejemplo, en el acceso anticipado a los hechos venideros concedido a San Juan Evangelista cuando relató el Apocalipsis, pues el propio evangelista profeta afirmó encontrarse “en Espíritu, en el Día del Señor” (Apocalipsis de Jesús, 1:10).

Paiva Netto aclara que todos podemos experimentar este estado del Alma que nos permite entrar en la frecuencia de Dios, señalando la experiencia de San Juan Evangelista al recibir el libro de las Profecías Finales como confirmación de que la comprensión de la vivencia de los valores espirituales superiores (que el Apóstol había aprendido con Jesús) lo capacitaron para recibir la Revelación. El estudioso brasileño del libro profético de Jesús afirma también que todos pueden, de esa forma, comprender las advertencias de la Profecía, que actúan sobre sus vidas, e incluso convertirse también en sus agentes, pudiendo conducir su propia historia en una dirección más feliz, en el caso de que se disponga a profetizar un rumbo mejor para sí mismo, por la calidad de sus selecciones3. Es como si todos recibiésemos las herramientas del Arquitecto del Universo para escribir nuestro destino.

Todo lo que está profetizado fue antes escrito por nosotros mismos, mediante el uso que hacemos (bueno o malo) de nuestro libre albedrío en vidas anteriores o también en ésta. Nosotros podemos erigir el progreso del entendimiento, de la sabiduría, de las tecnologías que sirven para reducir desigualdades, o no. Somos nosotros quienes construimos nuestro destino, de ahí la importancia de que comprendamos que la decisión de construirlo bien está en nuestras manos.

En fin, las Profecías no son castigos Divinos para la Humanidad. Ellas constituyen advertencias para las reacciones generadas por los comportamientos y actitudes humanas. Es importante comprender sobre qué lógica se sustenta el conocimiento profético (la de que toda acción genera una reacción, Ley Universal revelada por los iniciados espirituales e identificada por la Ciencia), para no confundirlo con previsiones humanas que se establecen en la expectativa de eventos con fecha y hora marcadas, ignorando la libertad individual de cada uno para modificar su existencia. Sobre la necesidad de no aprisionarnos en tales fatalismos, concluye Paiva Netto:

“Todos días son días de día de renovar nuestro destino”.

Izabela Lobianco

   

Somos nosotros quienes permitimos, por nuestras obras, que el sufrimiento y el dolor sean los maestros que nos disciplinan para conducir nuestras existencias. Por ejemplo: cuando preferimos el consumo destructivo a la responsabilidad en el uso de los recursos naturales, estamos generando dolores para nosotros mismos, cuando podríamos (y podemos) hacer elecciones más dignas del progreso espiritual, ético y tecnológico que conquistamos. Tal vez justamente por esto, por el reconocimiento de nuestro actual comportamiento, tengamos aún tantas malas perspectivas alrededor del futuro de la Tierra. Nuestras conciencias nos revelan lo que las Profecías siempre dijeron y que la Ciencia hoy confirma: si continuamos actuando de la misma forma —sin corregirnos o tratar de vivir de acuerdo con las Leyes de solidaridad y justicia— continuaremos sin vislumbrar, ni en las películas de ciencia ficción, un destino feliz para nuestro planeta.

Pero, no todo son dolores. Hay en los libros sagrados de las más diferentes religiones y también en las conclusiones de los profetas laicos, como son reconocidos por la Religión de Dios los científicos que se dedican a reflexionar solidariamente sobre el futuro de la Tierra, el mensaje de esperanza y renovación que sobrevive y convoca a la edificación de un nuevo mundo posible, basado en la fraternidad universal. Todos nosotros podemos aprender con las Profecías, de forma de prepararnos para vivirlas, e incluso para alterar nuestro futuro. Afirma Paiva Netto: “En verdad nada nos conforta más que la Profecía, ellas son nuestro pan espiritual diario, pues nos advierte, nos prepara para los hechos venideros y nos anima a la perseverancia, de forma que nunca nos apartemos de la ética divina”4.

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1- Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo: También denominada Religión del Tercer Milenio y Religión del Amor Universal. Se trata de la Religión Ecuménica de Brasil y del mundo.
2- Título de obra del autor. Es el segundo volumen de la colección El Apocalipsis de Jesús para los simples de corazón. En la obra, encontramos en la pág. 100, un subtítulo semejante.
3- Tesis defendida por el autor “Nosotros somos la profecía”. Paiva Netto, en Somos todos profetas, pág. 99.
4- Paiva Netto en Somos todos profetas, pag.42.

Versión: Heriberto Fleitas
Revisión: Luci Teixeira

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