El Regreso de Jesús y nuestro ejemplo diario

Para hablar del Regreso de Jesús mediante nuestras acciones cotidianas, el predicador ecuménico de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo Antônio Dias comparte su visión y su vivencia sobre el apasionante tema.

De la redacción
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André Luiz de Abreu
Antônio Dias, Predicador ecuménico de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo, de Rio de Janeiro, Brasil.

Cada día, podemos sentir el Regreso de Jesús, pues ese retorno está ocurriendo en los corazones que experimentan Su Paz. El conocimiento y las directrices para esa transformación fueron ofrecidos hace más de 2000 años por el propio Jesús, en Su Evangelio y en Su Apocalipsis. Pero, nuestro cambio para mejorar solo sucede cuando empezamos realmente a tener buenos pensamientos, buenas palabras y buenas acciones, la Sintonía Triple con Jesús, que aprendemos en la Religión Divina. Fue el propio Maestro de los maestros que dijo:

“Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Buena Nueva, según San Mateo, 16:24).

El Hermano Paiva destaca cuán importante es el papel de la religiosidad en la gran transición de los tiempos que vivimos, al afirmar:

“La religión, como sublimación del sentimiento, es para hacer mejor al ser humano, integrándolo a su Creador, por el ejercicio de la Fraternidad y de la Justicia entre Sus criaturas”.

Los seres humanos, en gran parte, aún están voluntariamente presos a las futilidades y a los asuntos transitorios del mundo. El Profeta Isaías, 55:6, en el Antiguo Testamento de la Sagrada Biblia, nos advierte:

“¡Buscad al Señor mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano!”. Jesús también nos advierte al ofrecernos, por analogía, la “puerta angosta”,

la que podemos entender como la victoria sobre las tentaciones del mundo.

“Entrad por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella” (Evangelio, según San Mateo, 7:13).

Esos son preceptos para sublimar nuestra Alma en las situaciones desafiantes que encontramos actualmente. El Reino de esplendor espiritual que Jesús nos ofrece está evidente en Su Evangelio, según San Juan, 5:24:

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que me envió, ya pasó de la muerte a la Vida Eterna”.

Y para alcanzarlo en plenitud debemos vivir en todo instante Su libertador Nuevo Mandamiento:

“Amaos como Yo os he amado. Solamente así podréis ser reconocidos como mis discípulos” (San Juan, 13:34 y 35).

La vibración que Jesús traerá definitivamente al planeta con Su Regreso Triunfal es elevadísima, conforme observamos en la descripción de la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén, en el Apocalipsis, 21:11:

“la cual tiene la claridad de Dios. Su fulgor era semejante a una piedra preciosísima, como piedra de jaspe cristalina”.

Por consiguiente, tenemos que perfeccionarnos, cada día, con ese nuevo momento, con ese fulgor, que nos está destinado.

En fin, como aprendemos en la Religión del Tercer Milenio, Cielo e infierno son condiciones espirituales que vivimos, dependiendo del uso verdadero o equivocado de nuestro mayor patrimonio, que se llama libre albedrío.

Grandes oportunidades en las cosas simples

Muchas personas creen que, para crecer, avanzar, evolucionar, es necesario solo esperar por grandes oportunidades, y así demostrar al colectivo las capacidades que buscan. Solo que Dios también se manifiesta en las pequeñas cosas, poniendo grandes enseñanzas en las mínimas situaciones de la vida. Es Jesús quien nos advierte en la conclusión de la Parábola del mayordomo infiel:

“El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?” (Evangelio, según San Lucas, 16:10 al 12).

En mi trabajo de predicador ecuménico de la Religión Divina, tengo el honor de visitar muchos hogares, llevando el mensaje fraterno de esclarecimiento y fortaleza espiritual de la Cuarta Revelación. Recientemente, en uno de ellos tuve una inolvidable lección sobre el cuidado con los detalles. Un equipo de Misioneros de la Buena Voluntad y yo llegamos a la casa de un Hermano que vive solo y ya vivió muchas primaveras. La vitalidad ya no es mucha para cuidar de las tareas de su hogar, pues las articulaciones dan señales de cansancio después de una vida entera de luchas. Cuando entramos allí, nos sentimos sensibilizados con la situación y decidimos tomar la escoba y los trapos de limpieza y dar una pequeña ayuda al Hermano en la organización de su ambiente doméstico, antes de comenzar la Cruzada del Nuevo Mandamiento de Jesús en el Hogar. Luego, cuando nos sentamos a la mesa para iniciar la reunión, tuvimos una sensación muy buena en nuestra Alma, porque nuestro Hermano no cabía en sí de tanta gratitud. Y no hicimos nada de otro mundo. En aquel momento, me acordé del Hermano Paiva cuando definió el Ecumenismo de los Corazones*, evidenciando que debemos superar las adversidades del camino y preocuparnos en amparar a nuestros Hermanos en Humanidad. En fin, como espiritualmente aprendemos en la Religión del Tercer Milenio, el sufrimiento de uno es el sufrimiento de todos. Por esta razón el Hermano Paiva destaca muy bien:

“La lucha contra la violencia en el mundo comienza en la lucha contra la indiferencia por la suerte del vecino. Permitir que se sacrifique el sentimiento de compasión entre los individuos es lo mismo que promover el suicidio colectivo de las naciones”.

Siguiendo los pasos de Jesús

Algún incoherente puede decir así: “Ah, pero hacer esas cositas materiales no vale mucho”. ¡Pero, es un gran engaño! En el Sermón Profético de Jesús, también llamado Sermón del Gran Juicio, el Divino Maestro nos trae una importante lección al enseñar que, cuando alimentamos a quien tiene hambre, damos agua a quien tiene sed, vestimos a quien está desnudo, abrigamos a quien no tiene casa, visitamos a quien está preso, es como si lo hiciéramos a Él mismo:

“De cierto, de cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Evangelio de Jesús, según San Mateo, 25:40).

Nuestro Sublime Amigo visitó muchos hogares. Estuvo en la casa de la suegra de Pedro para socorrerla (San Mateo, 8:14 al 17). En el hogar de Marta y María, enseñó cómo mantener el foco en los asuntos divinos (San Lucas, 10:38 al 42). Estando en la residencia de Jairo, resucitó a su hija, aún pequeña (San Marcos, 5:35 al 43). En la cena con Simón, enfrentó el prejuicio de muchos y perdonó los pecados de una mujer (San Lucas, 7:36 al 50).

Al realizar esas acciones individuales, personalmente, Jesús nos transmite el mensaje de que el cambio que necesitamos promover en el mundo debe comenzar en el interior de cada uno, es decir, esa transformación debe partir del individuo y, consecuentemente, abrazar a la colectividad. Pero, es necesario traer al quehacer diario esos valores que son presentados en la Sagrada Biblia, como ejemplo del Reino de Dios. Esa búsqueda, concluimos, debe ser prioridad en nuestra vida. De este modo el Hermano Alziro Zarur (1914-1979), inolvidable Proclamador de la Religión del Tercer Milenio, llamó a esa enseñanza del Divino Maestro como “La Fórmula Urgentísima de Jesús”:

“Buscad primeramente el Reino de Dios y Su Justicia, y todas las cosas materiales os serán añadidas” (Evangelio, según San Mateo, 6:33).

Y el Hermano Paiva, enfatizando la valoración del Espíritu Eterno del ser humano, bautizó ese versículo como “La Fórmula Urgentísima Económica del Cristo”. (...)

El tiempo para el Gran Retorno

Después de que el Amigo Celestial diera Su promesa de retorno, la Biblia registra que algunos seguidores del cristianismo naciente estaban ansiosos por saber la fecha humana de ese acontecimiento. Entonces, ellos fueron correctamente advertidos por el Apóstol San Pedro, que tenía mayor comprensión de los asuntos divinos. Para explicar a los ávidos por la llegada de ese grandioso evento, señalando sobre el entendimiento del calendario espiritual, el pescador de Galilea se inspiró en los escritos del Rey David, precisamente en el Salmo 90, versículo 4:

“Pero, amados, no ignoréis que, para el Señor, un día es como mil años y mil años como un día” (Segunda Epístola de San Pedro, 3:8).

Siendo así, ¡no perdamos nuestro tiempo espiritual ni material, pongamos nuestras manos a la obra! Vamos a hablar del Regreso de Jesús sin olvidar nuestro ejemplo diario de dedicación al Bien. Conforme nos enseña el Hermano Paiva:

“El gran discurso de un ser humano son sus obras”.

“¡Ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis, 22:20).

 

* Ecumenismo de los Corazones: es el tercero de “Los Cuatro Pilares del Ecumenismo”, tesis de Paiva Netto publicada en el libro Sagradas Directrices Espirituales de la Religión de Dios, del Cristo y del Espíritu Santo, volumen 1 (1987), también del autor, páginas 39 a la 41.

 

 

 

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